Hoy, en el Día Nacional de Concientización sobre el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT en español, y PTSD en inglés), quiero compartir una parte muy personal de mi vida con todos ustedes. Después de que mi papá murió (hace unos 30 años para ser precisos), me diagnosticaron Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Fue un descubrimiento que trajo alivio y un torbellino de emociones.
Al principio, me costaba creerlo y me preguntaba si había sido una buena idea abrirme y hablar sobre mis sentimientos con mi médico. Pensaba que este tipo de “situación” nunca me afectaría. Fue entonces cuando me recomendó buscar terapia, ya que el estrés y la ansiedad se estaban apoderando de mi día a día. Cosas como llevar a mi hijo al colegio o conducir más de una milla lejos de casa estaban completamente fuera de discusión. Solo para mencionar algunas formas en las que fui afectada.
Así que, con mi esposo a mi lado y lágrimas en los ojos, decidí buscar ayuda y comenzar la terapia con un especialista. Nunca olvidaré el primer día en esa habitación, en mi primera sesión. Sentada en un sofá frente a una completa desconocida, pero que me inspiraba ternura y confianza. Junto a mí, una mesa con un vaso de agua y una cajita de pañuelos (casi la agoté ese día). “Cuéntame, María, ¿cómo te sientes hoy?” Así rompimos el hielo… y así comencé a llorar durante más de 20 minutos sin parar.
Estuve con ella durante más de un año, hasta que la pandemia afectó mis consultas. Eventualmente tuve que cambiar de terapeuta por varias razones (la diferencia cultural fue una de ellas, explicar cómo funcionan las cosas en mi cultura latina y en nuestra sociedad a veces limitaba la comprensión). Fue la mejor decisión de mi vida después de haber aceptado buscar ayuda. Hablar con alguien que entiende completamente mi trasfondo es fundamental para tener una buena sesión de terapia, al menos así lo siento yo.
Me di cuenta de que no estaba sola en mis luchas y que había esperanza de sanar, pero también entendí que el proceso de recuperación lleva más tiempo del que pensaba. Hoy, han pasado tres años de terapia, sesiones de reiki, sanación con cristales, incontables días de oración y noches sin dormir, constelaciones familiares, ejercicios de tapping, aceite de CBD, meditación, cursos, libros y podcasts que me han ayudado en este viaje hacia la sanación.
El diagnóstico de TEPT fue un punto de inflexión en mi vida. Fue el momento en que comprendí la importancia de buscar ayuda y orientación profesional. A través de la terapia y el apoyo de seres queridos, comencé mi camino hacia la sanación. No fue fácil, pero fue necesario. Aprendí que está bien pedir ayuda y apoyarnos en otros cuando más lo necesitamos.
Hoy quiero enfatizar la importancia de buscar a un especialista si sospechas que puedes estar lidiando con TEPT. Ellos tienen el conocimiento y las herramientas para guiarte en el proceso de sanación, ofreciendo estrategias valiosas adaptadas a tus experiencias únicas. Recuerda, no hay vergüenza en buscar ayuda. Mereces encontrar paz y recuperar tu vida. Está bien llorar y no sentirte bien, somos humanos y es completamente NORMAL.
Hablar sobre mis luchas ha sido una parte esencial de mi camino hacia la sanación. Es a través de la vulnerabilidad y las conversaciones abiertas que podemos crear un espacio seguro para que otros compartan sus propias experiencias. Rompamos el silencio y el estigma que rodea a la salud mental. Juntos, podemos ser una luz de apoyo y comprensión. Siento que mi misión al contar parte de mi historia se enfoca en ayudar a aquellos que aún están en la oscuridad y sueñan con salir de ella, a todas esas personas que se sienten en un abismo sin salida y sin esperanza. Yo estuve allí, y fue muy duro.
Si tú o alguien que conoces está lidiando con TEPT, recuerda que no estás solo. Busca grupos de apoyo, comunidades en línea u organizaciones de salud mental. Edúcate sobre los recursos disponibles. Y, sobre todo, sé amable y compasivo contigo mismo. La sanación lleva tiempo, pero juntos podemos superar los momentos más oscuros y encontrar la luz.
Estoy aquí para ustedes, y espero que al compartir mi viaje, pueda ofrecer consuelo y apoyo a aquellos que están pasando por desafíos similares. Recuerda, eres más fuerte de lo que piensas, y siempre hay esperanza para un futuro más brillante. Unámonos en solidaridad y difundamos la conciencia en este Día Nacional de Concientización sobre el TEPT.
Xoxo,
ML